Anna era una chica común y corriente, con sus amigos amigos, con el colegio y su familia. Pero cuando tenía 12 años, le diagnosticaron cáncer a su padre.
Ella no lo tomó muy en serio ya que confiaba en que podría curarse. Pero no fue así. Después de dos años de lucha, su padre finalmente le dijo adiós a este mundo.
Anna sufrió mucho con ésta pérdida y no era por lo único malo que ella estaba pasando: se peleaba mucho con sus amigos y esto generó separaciones en su grupo.
Pasaron los meses y Anna empezaba a sufrir una depresión muy fuerte. Hasta que por fin decidió hacer algo para cambiar su situación. Empezó por conocer gente nueva y hacer nuevos amigos. De esa manera se sentía mejor con ella misma y tenía más ganas de ir al colegio. La música la ayudó muchísimo en todo el camino. Siempre trató de estar mejor para no sufrir más y trató de mantenerse en su personalidad y hacer un esfuerzo por no ponerse mal por cosas pequeñas.
Su esfuerzo por encarar bien las cosas y su situación, la llevaron a conocer cosas y gente nuevas, y a descubrir cosas que no sabía de ella. Gracias a su perspectiva y sus decisiones, salió adelante. Y se dió cuenta de que es una muy buena resiliente.
Contenta de seguir así.
