Mi vida dió muchas vueltas. Malas y buenas. Aprendí muchísimas lecciones y crecí mucho también. Cambié y las personas alrededor mío también. Reí, lloré, grité, escribí, hablé, me descargué, me enojé, pero también me alegré. El punto de ésta entrada (como siempre digo), es que, si no me hubieran pasado todas éstas cosas, hoy, yo no sería ésta Leila. Quizás, estaba destinada a vivir ésta vida, y de tratar de aceptarla. Quizás, todo lo que hice me llevo al hoy. Y hoy, estoy muchísimo mejor que antes, y eso, está muy bueno. Como le escuché decir a Dalia el otro día, cuando le dijo a Manu que porque no disfrutaba lo que había, en vez de enojarse por lo que no hay. Y es verdad, es muy cierto eso. No podés vivir enojándote por todas las cosas que tenes o que te faltan, hay que disfrutar de las cosas que tenemos hoy. Y si no las tenemos, es porque no es el momento, o porque no estamos destinados a ellas. Sé que no mucha gente cree en el destino, pero yo no creo en Dios, y creo que todo pasa por algo, y que cada uno de nosotros tiene un destino, sea cual sea. Las mejores cosas llegan cuando menos las esperas, y eso es tan cierto, por dios. Yo soy testigo de eso, nunca pensé que iba a volver a sentirme tan bien como pasó el año pasado, después de tanta mierda atravesada. Si no hubiera pasado por la muerte de una persona, demasiada soledad en la escuela, llantos y muchas palabras, probablemente, mi vida no sería nada de lo que hoy es. Y creo, creo, que estoy bien con eso. Gracias.
Gracias?(?
